"EL TIEMPO SIEMPRE DICE" El lenguaje subversivo en la poesía de Catulo


 *Nota: Antes de leer sugiero que busquen, sin pereza, el poema "Carmen XVI" de Catulo.

Cada generación se sorprende con los comportamientos sociales del pasado. De cómo las sociedades antiguas, los cimientos de la nuestra, se comportaban de manera individual o social de modo tan lejano al nuestro. Algunas veces da risa, otras sorpresa e incluso estupefacción; y sin ir tan lejos, muchas veces no podemos creer que nuestros padres o abuelos siguieran reglas tan diferentes a las nuestras.

Siempre hemos escuchado que “todo tiempo pasado fue mejor” pero ¿en realidad lo fue? La historia de la humanidad está plagada de ejemplos de barbarie, luchas a sangre por territorio, poder y religión; los vejámenes a los seres más vulnerables como niñas, niños y ancianos, la negación de lo femenino, todo lo anterior disfrazado, envuelto en lo considerado ética y moralmente correcto para la época, es lo que conocemos como nuestra historia, es con lo que hemos ido construyendo humanidad.

Personas especializadas en literatura universal, historiadores interesados en la Roma antigua, poetas consumados, y alguno que otro incauto, conocen el poema “Carmen XVI” el cual fue censurado total o parcialmente durante 20 siglos por considerarse obsceno.

Cayo Valerio Catulo, poeta latino nacido en Italia en el año 84 a.c. escribió una prolífica obra, entre ellas el poema XVI que ha servido para que traductores de todas las épocas tacharan con ocultación el significado de sus versos dando espacio a la censura producto del cuestionamiento moral individual del traductor y de las sociedades de antes (y de ahora) a la sodomía, la sexualidad y a lo políticamente correcto de su momento.

La poesía, género literario lleno de licencias metafóricas, presta el estilo florido de su género para escribir sin miramientos sobre temas tan delicados como la muerte o la sexualidad. Pero como toda obra artística se presta a interpretación, al parecer, los 14 versos del Carmen XVI de Catulo no fueron traducidos correctamente.

Los dos primeros versos, y a menudo el último, han sido eliminados de ediciones acomodadas o reelaborados con frases alusivas, moralmente aceptadas, especialmente por traductores ingleses que solo se atrevieron a entregarlo al idioma inglés sin censuras hasta principios del siglo XX.

El poema en sí cuestiona la relación entre la vida privada del poeta con su trabajo en respuesta a las críticas recibidas por otros poetas renombrados del momento quienes consideraban que los versos de Catulo eran demasiado “blandos” por ser un romántico. 

El carácter del poema Carmen XVI desafía la moralidad dogmática imperante en las sociedades de los siglos subsiguientes que dejaron permear la métrica del poeta con su miedo a lo subversivo del lenguaje, con el moralismo que ha imperado hasta censurar a través de la traducción literaria palabras y expresiones consideradas obscenas en su significado dejando deliberadamente de lado el contexto tanto de la época de su concepción como del ambiente del poema mismo.

En la historia de este poema, Catulo les dice a los dos personajes, Furio y Aurelio (los poetas contradictores), que su profesión literaria va más allá del uso de ciertas palabras, independientemente de la valoración personal de su significancia vergonzosa o despreciable:

“Yo os daré por el culo y por la boca
Aurelio pederasta y capón Furio,
que a mí por mis versitos me juzgasteis
-pues tiernecitos son- púdico poco.
Pues bien está ser casto el pío poeta
mismo; no deben serlo los versitos
que, al fin de cuentas, tienen sal y encanto
si tiernecitos son y poco púdicos,
e incitar pueden lo que da prurito
no digo a niños, pero a estos peludos
que no pueden mover los duros lomos.
Vosotros, que “muchos miles de besos”
leísteis, ¿me juzgáis que no soy macho?
Yo os daré por el culo y por la boca.”

No solo es cuestión de contexto, también es cuestión de la interpretación moralista del otro, en este caso del traductor del momento. El responsable de la edición Loeb “considerada canónica por mucho tiempo en lengua inglesa” de F. W. Cornish, remplazó el primer verso por un asterisco; C. H. Sisson, continuando los parámetros de la edición Loeb, descarta las líneas  consideradas obscenas “porque me parece que el poema está mejor sin ellas, las líneas adicionales son probablemente espurias. No es probable que Catulo exaltara la cualidad pornográfica de lo que escribió.”

Citando al mismo Catulo “se supone que el poeta debe ser casto él mismo, aunque sus versos no lo sean” (lo que vendría siendo equiparable a nuestro momento con “se debe separar la obra del artista”) permite debatir si lo que realmente debe importar más allá de las conductas personales del poeta, del artista, es la trascendencia de su obra porque se supo aprovechar las licencias y figuras literarias, si su obra debió trascender los siglos más allá de una lascivia aparentemente censurable y que esta censurable perdurabilidad en el tiempo sea lo que haga de esta obra un clásico.

Catulo sentó su precedente.

El lenguaje utilizado en este poema en particular puede seguir considerándose sucio, sea justificado en su contexto o no. Es probable que para muchos lectores esta sea una lectura sensible que perturbe sus sentidos morales y religiosos. Cada quien tiene el derecho a discriminar lo que desea leer y lo que no, así esta o aquella lectura defiera de sus gustos y estilo de vida.

Traer a colación este poema y la censura al que fue expuesto durante tantos siglos por unos cuantos versos, unas cuantas palabras y expresiones incluso coloquiales para la época, lleva a la reflexión de cómo, después de tantísimos años, la luz de la poesía de Catulo vence, sale victorioso su argumento lírico, emergiendo sin censura a la superficie de nuestra sociedad cada vez más indulgente con ciertas prácticas sexuales. El pasar del tiempo permitió la llamada deconstrucción de la sociedad y de lo que en su momento fue dejando de ser tabú, autorizando el traspaso de la moral individual subjetiva a una moral social no tan subjetiva de lo que antes era censurable y ahora sí puede ser.

La moralidad, la ética y los criterios censores en la literatura erótica pues, parecen cambiar de acuerdo a una sociedad cada vez más condescendiente con las expresiones artísticas de la sexualidad, de la aceptación de la diversidad de las identidades sexuales como parte inalienable de lo humano y de cómo las manifestaciones subversivas del lenguaje licencian publicaciones otrora consideradas como pornográficas, ahora valorarlas como eróticas.

Aunque las diversas manifestaciones de la sexualidad individual y colectiva han ganado terreno en lo público, corrientes de pensamiento y comportamiento regidas especialmente por regímenes o religiones ortodoxas y conservadoras que continúan en su lucha frontal por el control de la masa a través de lo que establecen como moralmente correcto, pueden hacer fácilmente que una poesía se vuelva a censurar otros 20 siglos… pero lo censurado, en cualquier ámbito, siempre encontrará al pasar del tiempo la manera de revelar lo antes callado, pues la censura no erradica, solo custodia.

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